Nuevo Horizonte

Más de 400 jóvenes experimentamos que con Dios siempre “hay más”

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¡Muchos de los hijos de Dios están a punto de perder sus vidas, sus almas o la vida eterna. Podemos quedarnos parados pensando que ya lo hará otro, o compartir con los amigos la belleza y la alegría del Espíritu! Esto fue uno de los mensajes que nos transmitió el padre Joseph Marie, que pertenece a los Frailes Franciscanos de la Renovación, en el encuentro Nuevo Horizonte organizado por el Ministerio Nacional de Jóvenes de la Renovación Carismática Católica en España (RCCE). Más de 400 jóvenes nos reunimos en el puente de Todos los Santos (entre el 31 de octubre y el 3 de noviembre) en Rozas del Puerto Real (Madrid) para experimentar que con Dios siempre ¡hay más!

El objetivo del encuentro era sencillo pero ambicioso. Crear un espacio abierto que nos ayudara a que saliéramos del sofá, de nuestra propia comodidad, para llegar a otros jóvenes como nosotros que, quizás, no habían tenido la gran suerte de experimentar aún el regalo del Bautismo del Espíritu Santo, que nos ha ayudado a descubrir que Jesús está vivo hoy.

La llamada del Señor durante esos días fue clara: ir más allá del terreno conocido. En un ambiente festivo hubo conciertos, alabanzas, talleres, Eucaristía y adoración, adolescentes y jóvenes adultos de entre 15 y 29 años pudimos escuchar como el padre Joseph Marie nos interpelaba a no desperdiciar los talentos de los que habla Jesús en el Evangelio: «¿Estamos utilizando los dones que Dios nos ha dado?». También nos dijo: «Dios te habla a ti y también a través de ti».

El religioso nos situó ante el desafío de llegar a los cristianos que están alejados de la fe: «Es difícil, pero merece la pena». «¡Pedid el Espíritu Santo! ¡Llevádselo todo a Jesús!», nos insistió en varios momentos de las predicaciones, que se extendieron durante los tres días que duró el encuentro.

Los distintos talleres los impartieron hermanos de comunidades como Fe y Vida; personas con una larga trayectoria de evangelización como el líder evangélico Alfonso Cherene; congregaciones religiosas como las hermanitas del Cordero, y otros jóvenes cristianos que dieron buena cuenta de como su vida ha dado un giro tras encontrarse con Jesús. Fue el caso de Grílex, un conocido rapero que dio testimonio de cómo había pasado de hacer un rap convencional y de estar alejado de la Iglesia a encontrarse con el Señor.

Una de las cosas que guardo como una fotografía en mi mente (aunque quizás otros participantes puedan recordar otros muchos momentos) fue como, al final del concierto de Grílex pudimos gritar sin ninguna vergüenza, sudando a pesar del frío por los saltos que habíamos dado, que ¡Cristo Vive! y que ¡Jesús es el Señor!

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La adoración del sábado también fue otro de los momentos espiritualmente más fuertes de todo el encuentro. Un encuentro de intimidad con el Señor. Dios, que cumple siempre sus promesas, ¡hace nuevas todas las cosas! Y lo volvió a hacer. Otra de las sorpresas de Nuevo Horizonte fue que durante el encuentro cada uno de los asistentes contábamos con un acompañante (al que llamábamos familiarmente ¡pastor!). Con los que podíamos hablar, conversar o comentar cómo estaba siendo nuestra experiencia.

Creo que podemos decir, sin temor a equivocarnos, que Nuevo Horizonte nos ha enriquecido mostrándonos otras experiencias de Fe de la Iglesia y que ha tenido un marcado carácter ecuménico, una de las llamadas que nos hizo el Papa Francisco cuando celebró en Roma el Jubileo de Oro de la Renovación Carismática.

«Ha sido todo lo que necesitaba», «Una experiencia única y maravillosa», «Un cambio total», «He vuelto a la alegría, a la novedad y a la comunidad». «He vuelto a lo más importante de mi vida: Dios». «Me he reconciliado con Dios». «He vuelto a casa», fueron algunas de las expresiones que los participantes en Nuevo Horizonte colgaron en sus cuentas de Instagram nada más volver a sus casas. Creo que estas expresiones resumen bien lo que vivimos: cómo el Espíritu Santo estuvo muy presente durante todo el encuentro.

Nuevo Horizonte ha sido un encuentro pensado desde un inicio como un espacio abierto donde dar a conocer la experiencia fundamental de la Renovación, el Bautismo en el Espíritu, y como una manera concreta de ¡ensanchar el espacio de nuestra tienda! para dar cabida a tantos jóvenes necesitados de encontrarse con el Amor vivo y transformador De Dios.

Es por esto por lo que hemos intentado, a través de diferentes medios, que la invitación a Nuevo Horizonte se extendiese más allá de los jóvenes ¡de casa! y así poder atraer a jóvenes alejados, indiferentes, cuya Fe se ha enfriado o incluso pertenecientes a otras realidades de la Iglesia, pero en muchos casos necesitados de vivir una experiencia que renueve su Fe y les haga continuar su camino espiritual con un nuevo ardor. Y, como muestran los múltiples testimonios de los asistentes, Dios ha sido fiel a su promesa: hemos visto a jóvenes que no conocían a Dios empezar un camino nuevo al reconocerle como Padre, a jóvenes alejados reconocerse de nuevo en casa y a muchos jóvenes ya creyentes ver transformada su visión de sí mismos y De Dios y descubrir que hay más para su vida. Y esto es un impulso y un signo profético para nosotros, familia carismática: abrir las puertas y ensanchar la tienda cuesta, pero siempre es mucho más lo que recibimos. Y si algo hemos podido experimentar con este Nuevo Horizonte es que, también para nosotros, hay más.

Testimonios

«No puedo dejar de darle vueltas a esta frase cada vez que vuelvo la mirada a este Encuentro: «400 jóvenes. Diferentes realidades, diversos carismas y un mismo horizonte: Él».

Desde hace ya un tiempo, el Señor me ha ido llevando hacia un conocimiento más profundo de mi historia, de mis heridas, de mi forma de relacionarme con los demás y de mi deseo de vivir en verdad con Él, pero sobretodo conmigo misma. Y en este ir mar adentro aparece el servicio: una oportunidad que no siempre vivo como me gustaría, pero que siempre es una excusa de Dios para enseñarme e invitarme a dejarme hacer más por Él.

Ha sido un encuentro en el que la novedad y el sueño de querer cuidar a todos y cada uno ha supuesto una auténtica batalla en mi interior. Una lucha donde en mi debilidad y en mi incapacidad para pedir ayuda, paradójicamente he podido aprender a hacerlo, descansar y ser consciente -una vez más- que se me quiere por quién soy y no por lo que hago o dejo de hacer.

400 jóvenes. Éramos unos cuantos, sí!¦ pero estoy convencida que aunque hemos ensanchado la tienda de la mejor forma que hemos sabido, aún falta gente por llegar, por entrar, por compartir sus carismas y enseñarnos desde su realidad como le ama Dios. Y yo, no puedo hacer otra cosa que dar gracias y sentirme una privilegiada por poder preparar esta tienda en familia, soñar los sueños de Dios en familia y caminar hacia este nuevo horizonte... en familia.

¡El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros! -Lucas 17, 20-21» Camila Escorcia, 23 años, Barcelona. Miembro del MNJ.


«Todo pasó el viernes. Me senté cerca de una persona conocida. Al empezar la alabanza, sentí que tenía que orar por esa persona. Le dije a Dios que como él sabía, no sabía orar, que me ayudase a rezar por él. Y de repente empecé a rezar en lingala (mi lengua nativa). Ya me cuesta hablarlo, como para rezar en él. Me emocioné, sentí como que Dios quería sanar nuestras heridas del pasado, heridas por falta de acepción y acoso en la infancia y darnos su gracia. Bendito sea Dios por su paso en nuestras vidas.» Kimuena Pachely Dikatuka Lema, Zaragoza


«¡Ven Oh Santo Espíritu!
Cuando me pidieron escribir mi testimonio lo cierto es que me resistí internamente, como Jonás frente a la llamada de Dios, como el pobre Jeremías en la entraña de su madre. Pero Dios se sirve de los más pequeños, de los más miserables, de los más indignos, para realizar su Obra Misericordiosa, así que aquí estoy, para contaros los milagros que sigue haciendo Jesús hoy, aquí, entre nosotros, en mí.

Para ponernos en situación muy brevemente, la semana anterior al encuentro de jóvenes tuve cita con el psiquiatra, acabada física y mentalmente como estaba. Con problemas con la comida, con depresión y ansiedad, con un aislamiento total de mis amistades y familia, con adicciones que llevaba cargando durante años, con sentimientos de culpabilidad y una soledad aplastante, con pensamientos que rayaban esos límites oscuros que tantos jóvenes hemos tenido que soportar estigmatizados. Trabajar durante 11 horas diarias bajo estrés sin un rumbo claro y con unas expectativas distorsionadas tampoco ayudaban a calmar esos dolores que estaba somatizando y que ni el trankimazin lograba mitigar. Y en estas, que una amiga me comenta el lunes anterior al encuentro que había conseguido reservar dos plazas y que el jueves nos íbamos a Madrid.

No dudé, y dentro de mi corazón resonó un ¡hay más!, ¡tiene que haber más!, y me inscribí sin pensarlo dos veces. A pesar de mi coraza de racionalismo frío y calculador, a pesar de mis miedos e inseguridades, habiendo dejado a mi corazón convertirse en piedra, hubo algo (Alguien) que me invitó a confiar, y supe que ¡tenía sentido! aunque no supiera cuál. Dios se sirve de las buenas amistades para hablar y remover en nuestro interior, y me dejé llevar por esta ¡corazonada!

El psiquiatra la semana anterior me había confirmado que lo que me ocurría era un problema de fondo, y que a pesar de que yo tenía muy claro lo que sufría y el por qué lo padecía, por alguna razón era incapaz de ¡conectar! y reconciliarme conmigo misma y los de mi alrededor. Mi adulta racional y mi niña emocional, por mis experiencias pasadas, no podían darse la mano, y las pastillas definitivamente no eran la solución, pero me iba a mantener el tratamiento, para ver por dónde atajarlo en las sucesivas sesiones.

Pues bien, hoy puedo deciros que Jesús ha abrazado a esta hermana vuestra, y con su Cruz ha construido ese Puente entre mi niña interior que lloraba sola y abandonada, y la adulta racional que se había parapetado herida detrás del muro del racionalismo sin fundamento. Jesús me ha tocado en este encuentro. Me ha abrazado. Me ha cantado una canción de cuna. Me ha susurrado que no tenga miedo y que me deje querer. Me ha mirado con infinita ternura, y me ha traspasado con su Gracia. Y es un milagro que sigo viviendo en mi día a día. En camino. Dios me ha mostrado parte de mi miseria, que es honda y profunda, y me ha invitado a continuar caminando a Su Lado, a la Luz de su Amor. Con paciencia y confianza, a dejarme sanar y remover por el Espíritu Santo, respetando Sus Sabios Tiempos, abandonando cualquier pretensión de controlar Sus Planes. Sé que me llama, me está llamando, a vivir con Él en el ahora. Y me ha regalado la oportunidad de restaurarme en comunidad con la Renovación Carismática, por la que estaré siempre agradecida. Os pido a todos vuestra oración porque soy una gran pecadora, y estoy y sigo estando muy herida, pero Jesús se compadece de nosotros y las súplicas de los hermanos conmueven su Corazón abierto. Como se dijo una vez: ¡bienaventurados los fracturados, porque ellos dejarán pasar la Luz! Que así sea por intercesión de Mamá María.» Nuria Marzo, 21 años, Barcelona